La corona de Adviento es el primer anuncio de Navidad. La tradición de la corona de Adviento se cree que se inició en Alemania antes de la época cristiana; existen evidencias de que las gentes utilizaban coronas con velas encendidas, durante los días fríos del mes de diciembre, como símbolo de esperanza para los venideros días cálidos de la primavera. Luego, en la Edad Media, los cristianos adaptaron esta tradición de la corona de Adviento, como parte de su preparación espiritual para la Navidad.
Está hecha de diferentes hojas perennes para significar que la vida continúa. La corona es circular, no tiene principio ni fin, para representar la eternidad de Dios. Representa la inmortalidad de nuestra alma, la vida nueva y eterna que nos dio Cristo, con su victoria sobre el pecado y a través de su propia pasión, muerte y resurrección.
Las cuatro velas representan las cuatro semanas de Adviento. Una tradición es que cada semana representa mil años, para sumar los 4.000 años que pasaron desde Adán y Eva hasta el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.
Suelen ser tres velas son de color morado y una de color rosa. Las velas moradas simbolizan la oración, la penitencia y las buenas obras realizadas durante este tiempo. La vela rosa se enciende el tercer domingo, llamado también “Domingo de Gaudete”. Es el domingo de gozo, porque los fieles han llegado a la mitad del Adviento.
La iluminación progresiva de las velas simboliza la esperanza que rodea a nuestro Señor, la primera venida al mundo y la anticipación de su segunda venida a juzgar a los vivos y a los muertos.