Todos juntos, en la iglesia, como siempre se hacía, y siempre se debería hacer, hemos podido celebrar el miércoles de ceniza. Es un momento de reflexión, de tomar aire y respirar con calma para prepararnos de cara a la cuaresma. 40 días en los que tendremos que reparar "aquellas pequeñas cosas" que nos apartan de Dios, que nos dificultan la visión de Él.
Tenemos tiempo, y somos conscientes de la tarea, así que no vamos a dejar que nos venza la pereza o el desánimo. Él nos espera al final del camino, con los brazos abiertos, abiertos en la Cruz. ¡Os deseamos una cuaresma intensa y sanadora!